Estos días de aislamiento preventivo social y obligatorio ha cambiado nuestras rutinas de manera imprevista y rápida. Casi de un día para el otro nos encontramos con que casi todo lo que hacíamos ayer, hoy hasta puede estar prohibido.
Ya han pasado unos cuantos días y muchas familias se han adaptado y muchas otras no. Fluctuamos, según el día, entre lanzarnos desenfrenadamente y con entusiasmo a hacer cosas que no hacíamos hasta ahora o, por el contrario, nos dejamos caer en el sillón a hacer zapping o mirar las crecientes cifras de contagiados.
Inconscientemente intentamos volver al estadio anterior, momento en el que más o menos teníamos, por conocido y repetido, un equilibrio. Eso no será posible mientras dure la cuarentena; aunque sabemos que la vida que llevamos hace días, en algún momento volverá. Mientras tanto, es un error tratar de replicar puertas adentro de los hogares los hábitos que teníamos. Pero no estaría nada mal inventar y establecer otras rutinas, flexibilizar horarios y hábitos, intentar hacer cosas que siempre nos gustaron y no encontrábamos ese tiempo.
La Organización Panamericana de la Salud, en sus trabajos dedicados a la infancia y salud mental, dan gran importancia a los factores protectores y factores de riesgo que inciden directamente en las familias y en la comunidad. La interacción familiar influirá de manera positiva o negativa en el bienestar emocional de niños y niñas según la presencia de estos factores y aquello que los padres enseñan es tan importante como lo que enseñan.
Por ejemplo, es un factor de riesgo vivir en un barrio donde la delincuencia y las conductas criminales sean moneda corriente; pero no todos los chicos que viven en ese barrio serán futuros delincuentes. Una familia puede pasar por situaciones de falta de espacio y comodidades, condiciones económicas precarias, puede atravesar duelos por la pérdida de seres queridos o un divorcio. Estos serán factores de riesgo que merecerán seguimiento y atención. Una comunidad puede sufrir altos índices de desocupación, falta de espacios de recreación, baja calidad de los servicios de salud y poca disposición de las autoridades a permitir la participación comunitaria: también son factores de riesgo.
La pandemia del COVID-19 es, obviamente un factor de riesgo importantísimo; tan importante que nuestro gobierno y las distintas organizaciones han tomado la firme decisión de cuidarnos y de prevenir con firmeza la ocurrencia de pérdidas irreparables. Este aislamiento es, entonces el principal factor protector comunitario que hará de barrera al avance del principal factor de riesgo que es la pandemia.
Es esperable que tengamos miedos, angustias, incertidumbres. Que pasemos del llanto a la risa, que estemos nerviosos, desganados, sensibles. Que nos encontremos cansados - sí, muy cansados - a pesar que tengamos la sensación de no haber hecho nada “productivo”.
El psiquismo, nuestra mente, está en permanente actividad. Los psicólogos lo nombramos como “trabajo psíquico”: se trata de un verdadero trabajo que agota. Es un trabajo diferente de la exigencia mental o intelectual que utilizamos para estudiar, para resolver problemas matemáticos o entender a los grandes filósofos. Es un trabajo de naturaleza distinta el procesar aquello que nos viene del exterior y que, por nuevo, extraño y/o doloroso, no encuentra un lugar en nuestro marco de representaciones.
Mientras el psiquismo hace su trabajo no desesperemos. Ese abanico cambiante de sentimientos y estados de ánimo que pueden estar experimentando es perfectamente normal. Tengamos la tranquilidad que estamos siendo cuidados y esto pasará.
Mientras tanto con nuestros niños y niñas en casa les dejo algunas recomendaciones:
- Acompañen en las tareas que envía la escuela siempre y cuando ustedes adultos, no estén cansados. Esto puede hacerlo cualquier miembro de la familia; no es necesario que sea el que más sabe de matemáticas o el que es bueno en actividades prácticas. Se trata de acompañar, no de reemplazar al maestro.
- Si están agotados o se trata una tarea que definitivamente no les gusta, es mejor que quede para otro momento. Recuerden que es tan importante lo que se enseña como el modo en que se enseña; estando estresado o en un mal día no se podrá transmitir nada.
- Aquello que el niño pueda hacer solo, debe hacerlo solo. No hay en estos momentos urgencias académicas o pedagógicas. Eso se suplirá más adelante.
- Mamá, Papá ¡estoy aburrido!! es la frase tan temida …. y repetida que, lo sabemos, no hace su debut con este aislamiento. No es necesario ni es bueno armarles permanentemente actividades de entretenimiento a nuestros hijos. De hecho es sano que se aburran, que permanezcan solos con sus juguetes: es en esos momentos donde fluye la imaginación y un palo de escoba se convertirá en un caballo y una sábana en una casita.
- Tengamos presente que los niños y niñas comprenden muy bien que la situación que atravesamos es angustiante. Por tanto también pueden tener síntomas o signos que nos den la pauta de su sufrimiento: mayor irritabilidad, llanto sin razón aparente, dificultades para dormir, pesadillas, dolor de panza; puede que los observemos más agresivos y “peleadores”. ¿Qué hacer? Mirar juntos una película, leerles un cuento y abrir un espacio para conversar, para que los pequeños puedan decir, preguntar y contarnos lo que piensan. Dentro de su edad y desarrollo cognitivo los niños elaboran sus propias teorías sobre la realidad.
- El uso del celular, si bien debe acotarse para que no tome la totalidad del día, es una herramienta que permite que los niños estén en contacto con sus amiguitos, abuelos, tíos, primos. El criterio para recortar su uso debe dirigirse al tiempo de jueguitos y videos, que por lo demás deberán estar supervisados por los padres. Con respecto a la tele, es una costumbre arraigada en nuestra cotidianeidad que acompañemos las comidas mirando los noticieros. Hoy, las imágenes que vemos están plagadas de números y muertes. Es muy importante evitar esto y no exponerlos y exponernos todo el tiempo a estos enfoques que muchas veces son sensacionalistas.
- Poner a disposición de los niños elementos que tengamos en casa: cajas, botones, papeles de colores, tubos de carton, latitas, telas. Y bajo supervisión según la edad, dejar espacio paciente para que surjan ideas.
- NO hacer actividades ni exigirse si no tenemos disponibilidad o nos encontramos cansados. Se trata justamente de aprovechar este tiempo sin horarios ni rutinas para establecer otro vínculo.
- También es importante aprovechar este tiempo para enseñar a los niños y niñas a cuidarse y protegerse. No está de más insistir en el lavado de manos y demás medidas de protección que probablemente se continuarán al momento de regresar a la escuela.
Por último, paciencia, mucha paciencia y tengamos presente que LA PRIORIDAD ES CUIDAR Y CONTENER EMOCIONALMENTE.
Psic. Viviana Roldán
Nodocente en Cátedra Psiquiatría Infanto-Juvenil de la Facultad de Ciencias Médicas
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